Infinitos granos de arena forman un panorama dorado ondulante, vasto e indómito, que se funde armoniosamente con espectaculares cielos resplandecientes. La piel besada por el sol brilla, evocando las estrellas celestiales que pronto emergerán. La suave caricia de una brisa sensual y aromática encapsula la euforia de la aventura.
Nuestras huellas pueden ser un recordatorio momentáneo de nuestra presencia, pero los recuerdos que creamos duran para siempre.
Espiritualmente, el cuatro representa la calma y el equilibrio, la estabilidad de sentirse conectado con el momento presente. También simboliza la totalidad del universo, cuatro elementos, cuatro estaciones, cuatro puntos cardinales, que nos conectan a todos.